¡Hola a todos y todas! Hoy vamos a hablar de un relato de Julio Cortázar. Os dejo aquí el comentario que he hecho. ¡Que lo disfrutéis!
Julio Cortázar fue un escritor e
intelectual argentino nacido en Bélgica y con nacionalidad francesa como
protesta contra el gobierno de su país. Autor innovador en su tiempo, se le
recuerda sobre todo por sus relatos cortos como el que aquí analizamos. Se
dedicaba a romper con lo clásico con narraciones extrañas para el lector y con
significados ocultos bajo relatos aparentemente sencillos. Siempre en la
frontera de lo real y de lo fantástico, sus obras entran dentro del boom
hispanoamericano de los años 50, momento en el que se escriben multitud de
maravillosos libros. Podemos
hablar de una etapa que dura desde “Leyendas de Guatemala” hasta “100 años de
soledad” El término realismo mágico se
apodera de las editoriales como un arte que niega las evidencias racionales sobre el mundo real. Las
realidades paralelas y la creencia de que en este mundo hay muchos mundos da
mucho que escribir. Los autores no tratan de olvidar la realidad, sino de
mostrar la realidad en su plenitud, con las partes que no podemos ver.
La isla al mediodía es un relato corto en el que Cortázar trata un tema
original narrado en tercera persona con un punto de vista único, por lo que la
persona gramatical no varía. Siempre está narrado en pasado y se centra en el
personaje principal; Marini. El narrador reproduce los sentimientos del
protagonista sin darle voz. La única vez que vemos un diálogo está insertado en
el texto del narrador. Se trata de una conversación de Marini con un
radio-telegrafista, en la que sólo este tiene voz.
Así, vemos como el escritor utiliza una
forma narrativa impersonal desde un punto de vista omnisciente, como si de un
cronista se tratase, ingresando en la conciencia del personaje. Conforme vamos
leyendo, vemos como la narración acaba incorporando un monólogo interior del
protagonista, pero siempre en tercera persona. Su estilo directo ayuda a
comprender la historia; nos da la posibilidad de meternos en la mente de Marini
sin que sea él el que nos cuente las cosas. El narrador nunca emite juicios o
comenta, solo nos expone lo que piensa y hace el protagonista. Observamos una
focalización externa sobre todo al final del relato, cuando el accidente de
avión aparece en la escena. El narrador lo describe todo desde fuera, pero no
entendernos muy bien lo que pasa.
En cuanto a la disposición del texto,
podemos ver cómo la historia se desarrolla de forma lineal. Comienza Ab Ovo y
no encontramos ninguna analepsis o prolepsis en ningún momento.
El orden de sus elementos es fijo: todo
gira, sin duda, alrededor de la isla. Es el punto sobre el que se desarrolla la
trama. Además, la propia palabra se repite con frecuencia. Si no vemos “isla”,
observamos como se apela a esa idea constantemente, como una obsesión. Es el
elemento al que el escritor da más importancia. Se omite cualquier hecho
iterativo, y sin embargo vemos como la acción de mirar por la ventana del avión
es reiterativa.
En el relato encontramos resúmenes que
omiten información aparentemente decisiva a la que se le quita importancia,
como el hecho de que Carla haya decidido no tener un niño que, deducimos, es de
Marini. Vemos también una digresión del tiempo cuando el narrador salta de una
cosa a otra constantemente, desconcertando al lector. “Goldman había encontrado
dos piedras talladas con jeroglíficos”, “cada cinco días llegaba un barco para
cargar la pesca”
Cortázar dedica mucho tiempo a
describir lo que rodea al personaje. Encontramos muchos adjetivos acompañando a
sustantivos y verbos, todos ellos de un vocabulario culto en una prosa
recargada pero fácilmente entendible: “la rodeaba con un intenso azul que
exaltaba la orla de un blanco deslumbrante y como petrificado”
También es común la personificación:
“playas desiertas corrían hacia el norte”, “montaña entrando a piqué en el mar”
El autor dedica poco tiempo a presentar a los personajes.
Lo hace de forma brusca e impersonal. Primero describe al personaje en cuestión
y en la siguiente frase le da un nombre que no recordaremos. Es extraño encontrar
en un cuento tan corto tal abundancia de nombres, sobre todo de mujeres: Carla,
Tania, Lucía, Felisa… Cortázar lo hace para dejar constancia de lo mujeriego
que es Marini, ya que tiene una mujer en cada ciudad: Marini es el personaje
atraído por la isla y las chicas los personajes atraídos por él. También nos
hace ver al protagonista como un hombre que ha perdido el norte, que no deja de
hacer escalas en otros países y con una obsesión por mirar el reloj, por ver
como pasa el tiempo hasta el momento en el que pueda poner los pies en esa isla.
“Todo era un poco borroso”, “No llevaba muy bien la cuenta de los días” son
ejemplos de ideas que se nos presentan para que vayamos cuestionándonos si la
vida de Marini es real o tan solo un sueño. Se hace imposible pensar sobre una
tipología de personajes, ya que parecen ser meros adornos en la vida de Marini,
que lo que quiere estar solo en una isla. Son planos, estáticos, no hay una
evolución.
Una vez aclarado el análisis más formal
vamos a pasar a buscar el verdadero significado de este texto para comprender
cómo utiliza Cortázar todos los elementos lingüísticos anteriormente descritos
para conseguir el efecto que busca: extrañar, sorprender y hacer pensar. En este relato lo político se mezcla con
lo literario. La literatura se entiende como denuncia y como reivindicación
cultural. La narrativa está fragmentada reflejando la percepción de una
realidad contradictoria, ambigua y caótica. Vemos una lucha por el dominio de
la naturaleza. La isla representa la antigua América del Sur, llena de selvas
vírgenes. El avión que irrumpe en esta representa las ciudades modernas que se
empiezan a edificar tras la colonización y que están acabando con la
naturaleza. La repetitiva descripción del paisaje no es casual, ya que Cortázar
trata de darle la condición de realidad desbordante. Vemos un
extrañamiento: el hombre que vive una vida “real” y que no hace más que soñar
con vivir en una isla. Marini coloca su realidad en la isla, no en el avión. La
manera en la que acaba el relato es lo que nos llama la atención, el modo que
tiene Cortázar de cuestionar qué es realidad y qué es ficción. No olvidemos que
forma parte de la literatura fantástica. Si el autor habla de algo profundo, de
algo casi místico, se nos hace mucho más interesante esto que si lo hace de un
accidente de avión.
Como en La noche boca arriba, el escritor ofrece al lector una historia aparentemente
superficial en la que sitúa una historia mas profunda. No es hasta el final
cuando somos golpeados por la “verdad” en la que conectan ambas historias. Esta
lucha entre la realidad y la ficción es la prueba de que en la escritura de
Cortázar siempre hay que buscar un trasfondo, algo oculto en las palabras.

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