Postproducción, de Bourriaud

RECESIÓN DE UN LIBRO

Post producción. La cultura como escenario: modos en el que el arte reprograma el mundo contemporáneo
Nicolas Bourriaud

María López González

Post producción es un libro del teórico francés Nicolas Bourriaud. Originalmente escrito en inglés y publicado en el 2001, fue traducido al español por Silvio Mattoni al mismo tiempo que se publicaba una edición en francés. El libro salió a la luz gracias a la Editorial Adriana Hidalgo en la ciudad de Buenos Aires, Argentina, en el año 2004. Consta de 123 páginas seguidas por un índice que ayuda a comprender la estructura que sigue la línea del libro al que completa: “Estética relacional”, escrito por el mismo autor.

Nicolas Bourriaud es un famoso escritor y crítico de arte francés. Se le conoce principalmente por ser el director de la Escuela Nacional Superior de Bellas Artes de París, así como por ser co-fundador de la revista Perpendiculaire. Además de trabajar en novelas y ensayos, su ocupación como curador ha dejado huella en galerías y centros culturales de ciudades como Nueva York, San Francisco y París.

El volumen plantea una reinvención del arte de la modernidad, que ya no está basado en la originalidad de una obra sino en lo que se puede hacer con ella. Los artistas de nuestra época cuentan con materiales que ya existen y que seleccionan para combinarlos hasta crear algo totalmente nuevo. Según Bourriaud, el arte moderno se vuelve más accesible a la participación del ciudadano, ya que la post producción forma parte de un cambio cultural al que la sociedad se va sumando poco a poco.

La obra empieza con una extensa introducción seguida por tres secciones que hablan del uso de los objetos, de las formas y del mundo en el ámbito artístico. Llama la atención que cada una de ellas está precedida por una cita de otro autor en relación al tema que se va a tratar. Una cuarta y última sección aconseja sobre cómo habitar la cultura global mientras sirve de conclusión. Estas partes están a su vez divididas en títulos que separan los argumentos que utiliza el autor para exponer su idea de esta nueva forma de hacer arte.

En la introducción Bourriaud expone que debemos utilizar la post producción como un recurso que nos ayude a crear arte en medio de un entorno donde la oferta cultural se multiplica constantemente. En el primer capítulo, El uso de los objetos, habla de cómo estamos “pirateando” y creando arte de forma colectiva en vez de individual desde los años noventa, mediante el reciclaje y la selección. El uso de las formas se divide en dos partes muy diferenciadas. La primera nos habla de la figura del DJ como reorganizador de obras de arte, mientras que la segunda está compuesta por ejemplos de las experiencias de otros artistas modernos. El uso del mundo vuelve a retomar lo que se hablaba en el primer bloque. Escribe sobre los derechos de autor y cómo han ido perdiendo importancia en la sociedad para ser sustituidos por una especie de “comunismo del arte” marcado por la globalización. Cita a la figura del hacker como un elemento muy importante en este tema. Por último, la sección de Cómo habitar la cultura global nos habla de la nueva disposición de almacenamiento de datos para terminar con una conclusión rápida que viene diciendo lo que ya se ha explicado: la forma de hacer arte ha cambiado, así como su punto de vista. Ahora está más universalizada, lejos del elitismo profesional, en las manos de todo el mundo.

Nicolas Bourriaud expone así su trabajo de forma organizada y bien diferenciada. El tema principal se mantiene a lo largo de todas sus páginas, sin perder el hilo de lo que quiere contar. Ya desde la introducción vemos como separa cada apartado haciendo uso del orden de las letras del abecedario para no dejar lugar a dudas. Esta precisión a la hora de organizar el contenido también se ve en su escritura. Aunque repite en varias ocasiones el tema central del texto, siempre utiliza diferentes argumentos para apoyarlo: desde citas de otros autores hasta experiencias de varios artistas.

Es justamente éste último detalle lo que puede plantear más dificultades a la hora de leer el libro. La cantidad de nombres que podemos encontrar en sus páginas es enorme, lo que puede suponer un problema para el lector. No es que la obra tenga un elevado grado de dificultad (cualquier persona de cultura media podría leerla sin problemas), sino que puede llegar a ser abrumadora. Se citan nombres de artistas en prácticamente todas las páginas, pero son nombres que se olvidan al pasar la hoja. Esto entorpece la calidad divulgativa del escrito, ya que cuesta mantener la atención si no se sabe de quién se está hablando.

El problema principal del libro es, en mi opinión, la carencia de imágenes. No todos los ensayos deben tenerlas, pero creo que un libro que trata sobre arte y narra cómo están hechas estas obras debería tener algún ejemplo visual. Es agotador dejar una marca en una página para buscar un nombre en Google, volver al libro, y retomar el buscador virtual a los dos minutos. Sin embargo también creo que esta situación ocurre porque el libro no está dirigido a un público general, sino especializado. Las personas que sepan de arte, que hayan estudiado su historia y estén al corriente de lo que ocurre en las galerías conocerán muchos de los nombres citados, además de las obras que aparecen. Los conceptos de los que se habla no les serán desconocidos, y no necesitarán más explicaciones.

El pop art, la figura del hacker, el DJ, el mercado de Hollywood… son temas corrientes bastante conocidos sobre los que a uno no le cuesta leer. Sin embargo, la lectura sobre las acciones de unos artistas generalmente desconocidos para el público normal se hace pesada. No con esta afirmación estoy juzgando el estilo de escritura del autor, ya que el lenguaje que utiliza no es complicado, sino la manera de enfocarlo en un libro aparentemente dirigido a un público abierto.

Así, creo que la segunda sección de esta obra, El uso de las formas, y concretamente La forma como escenario: un modo de utilización del mundo es más útil para un lector especializado que para una persona de a pie. Sin embargo, esta última encontrará interesante los temas tratados en el resto del libro, sobre todo en la Introducción (que resume bastante bien todo lo que se dirá en las páginas consecutivas) y en la cuarta parte, ya que hace una buena evaluación de lo comentado.

Lo más importante del libro está, en mi opinión, en la contraportada de este. Esta afirmación puede resultar chocante, pero si el lector se fija reconocerá que realmente todos los datos esenciales e importantes se encuentran ahí resumidos. En las páginas interiores Bourriaud expande las ideas ahí expuestas mediante ejemplos, citas, referencias y largas explicaciones, pero no dice realmente nada que no esté reflejado en la contraportada.  

Aun manteniendo esta observación, he de decir que el libro cumple con mis expectativas. Cuando cogemos el ejemplar sabemos que no nos están presentando una novela de misterio, sino un trabajo que gira alrededor de una nueva cualidad del arte. Lo que hace el autor es presentar una argumentación sólida, bien escrita y presentarla ante un posible lector, que bien puede ser especializado o alguien con interés sobre el tema.  

A pesar de que salió a la venta en las librearías españolas en el 2004, sigue siendo un tema actual a día de hoy. Al fin y al cabo, la finalidad del trabajo de Bourriaud es ofrecernos un punto de vista nuevo dentro del campo de las artes visuales. El término post producción está muy extendido ahora. Programas como After Effects o Final Cut se expanden como la pólvora en los ordenadores de uso doméstico, pero la post producción no acaba ahí. Este trabajo lo explica claramente y puede resultar muy útil tanto para un especialista de arte como para cualquier persona que se acerque a este volumen sin tener demasiados conocimientos previos, como es mi caso.


Escogí este libro porque la realización del mundo del cine me llama mucho la atención. Siempre había pensado que el término “post producción” tan sólo se acuñaba a este sector. Sin embargo, este texto me ha abierto una nueva perspectiva. La post producción no sólo es un programa de montaje de imágenes, sino todo un movimiento de reutilización de cosas que ya tenemos y a las que queremos dar una nueva forma. Por lo tanto, he de concluir diciendo que la obra del crítico de arte francés cumple su objetivo, que no es otro que hacer comprender al lector las posibles oportunidades que tiene este modelo de producción.

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