Todo un giro a la temática del blog

¡Hola a tod@s!
No hace falta leer mucho de este sitio para darse cuenta de que es un blog creado para una clase de la universidad. Que si Kafka, que se Juan Ramón Jiménez... El caso es que ya he acabado la maravillosa asignatura de Tendencias Literarias (que se me ha hecho un poco pesada, la verdad sea dicha)
No es por echar por tierra los trabajos de tan grandes autores aquí analizados y presentados, pero muy acordes con mis gustos... pues no van.
El caso es que me gustaba escribir y publicar entradas en el blog, y me ha quedado tan bonito... que me da pena borrarlo.
Así que he decidido continuar utilizándolo, no ya como un complemento de la asignatura sino como un blog propio, personal, en el que pueda expresar mis opiniones acerca de lo que quiera.
Me encanta leer y escribir, aunque si tengo que ser sincera últimamente no estoy muy puesta en ello. ¡Los estudios y Series-ly me roban tiempo! ;)
Pero que mejor ocasión para volver al mundo de los libros que La semana del libro. 
Una nueva aventura me espera en estas páginas. Espero que mis reflexiones os gusten y que este blog vaya avanzando y ganando seguidores.
¡Hasta pronto!

Postproducción, de Bourriaud

RECESIÓN DE UN LIBRO

Post producción. La cultura como escenario: modos en el que el arte reprograma el mundo contemporáneo
Nicolas Bourriaud

María López González

Post producción es un libro del teórico francés Nicolas Bourriaud. Originalmente escrito en inglés y publicado en el 2001, fue traducido al español por Silvio Mattoni al mismo tiempo que se publicaba una edición en francés. El libro salió a la luz gracias a la Editorial Adriana Hidalgo en la ciudad de Buenos Aires, Argentina, en el año 2004. Consta de 123 páginas seguidas por un índice que ayuda a comprender la estructura que sigue la línea del libro al que completa: “Estética relacional”, escrito por el mismo autor.

Nicolas Bourriaud es un famoso escritor y crítico de arte francés. Se le conoce principalmente por ser el director de la Escuela Nacional Superior de Bellas Artes de París, así como por ser co-fundador de la revista Perpendiculaire. Además de trabajar en novelas y ensayos, su ocupación como curador ha dejado huella en galerías y centros culturales de ciudades como Nueva York, San Francisco y París.

El volumen plantea una reinvención del arte de la modernidad, que ya no está basado en la originalidad de una obra sino en lo que se puede hacer con ella. Los artistas de nuestra época cuentan con materiales que ya existen y que seleccionan para combinarlos hasta crear algo totalmente nuevo. Según Bourriaud, el arte moderno se vuelve más accesible a la participación del ciudadano, ya que la post producción forma parte de un cambio cultural al que la sociedad se va sumando poco a poco.

La obra empieza con una extensa introducción seguida por tres secciones que hablan del uso de los objetos, de las formas y del mundo en el ámbito artístico. Llama la atención que cada una de ellas está precedida por una cita de otro autor en relación al tema que se va a tratar. Una cuarta y última sección aconseja sobre cómo habitar la cultura global mientras sirve de conclusión. Estas partes están a su vez divididas en títulos que separan los argumentos que utiliza el autor para exponer su idea de esta nueva forma de hacer arte.

En la introducción Bourriaud expone que debemos utilizar la post producción como un recurso que nos ayude a crear arte en medio de un entorno donde la oferta cultural se multiplica constantemente. En el primer capítulo, El uso de los objetos, habla de cómo estamos “pirateando” y creando arte de forma colectiva en vez de individual desde los años noventa, mediante el reciclaje y la selección. El uso de las formas se divide en dos partes muy diferenciadas. La primera nos habla de la figura del DJ como reorganizador de obras de arte, mientras que la segunda está compuesta por ejemplos de las experiencias de otros artistas modernos. El uso del mundo vuelve a retomar lo que se hablaba en el primer bloque. Escribe sobre los derechos de autor y cómo han ido perdiendo importancia en la sociedad para ser sustituidos por una especie de “comunismo del arte” marcado por la globalización. Cita a la figura del hacker como un elemento muy importante en este tema. Por último, la sección de Cómo habitar la cultura global nos habla de la nueva disposición de almacenamiento de datos para terminar con una conclusión rápida que viene diciendo lo que ya se ha explicado: la forma de hacer arte ha cambiado, así como su punto de vista. Ahora está más universalizada, lejos del elitismo profesional, en las manos de todo el mundo.

Nicolas Bourriaud expone así su trabajo de forma organizada y bien diferenciada. El tema principal se mantiene a lo largo de todas sus páginas, sin perder el hilo de lo que quiere contar. Ya desde la introducción vemos como separa cada apartado haciendo uso del orden de las letras del abecedario para no dejar lugar a dudas. Esta precisión a la hora de organizar el contenido también se ve en su escritura. Aunque repite en varias ocasiones el tema central del texto, siempre utiliza diferentes argumentos para apoyarlo: desde citas de otros autores hasta experiencias de varios artistas.

Es justamente éste último detalle lo que puede plantear más dificultades a la hora de leer el libro. La cantidad de nombres que podemos encontrar en sus páginas es enorme, lo que puede suponer un problema para el lector. No es que la obra tenga un elevado grado de dificultad (cualquier persona de cultura media podría leerla sin problemas), sino que puede llegar a ser abrumadora. Se citan nombres de artistas en prácticamente todas las páginas, pero son nombres que se olvidan al pasar la hoja. Esto entorpece la calidad divulgativa del escrito, ya que cuesta mantener la atención si no se sabe de quién se está hablando.

El problema principal del libro es, en mi opinión, la carencia de imágenes. No todos los ensayos deben tenerlas, pero creo que un libro que trata sobre arte y narra cómo están hechas estas obras debería tener algún ejemplo visual. Es agotador dejar una marca en una página para buscar un nombre en Google, volver al libro, y retomar el buscador virtual a los dos minutos. Sin embargo también creo que esta situación ocurre porque el libro no está dirigido a un público general, sino especializado. Las personas que sepan de arte, que hayan estudiado su historia y estén al corriente de lo que ocurre en las galerías conocerán muchos de los nombres citados, además de las obras que aparecen. Los conceptos de los que se habla no les serán desconocidos, y no necesitarán más explicaciones.

El pop art, la figura del hacker, el DJ, el mercado de Hollywood… son temas corrientes bastante conocidos sobre los que a uno no le cuesta leer. Sin embargo, la lectura sobre las acciones de unos artistas generalmente desconocidos para el público normal se hace pesada. No con esta afirmación estoy juzgando el estilo de escritura del autor, ya que el lenguaje que utiliza no es complicado, sino la manera de enfocarlo en un libro aparentemente dirigido a un público abierto.

Así, creo que la segunda sección de esta obra, El uso de las formas, y concretamente La forma como escenario: un modo de utilización del mundo es más útil para un lector especializado que para una persona de a pie. Sin embargo, esta última encontrará interesante los temas tratados en el resto del libro, sobre todo en la Introducción (que resume bastante bien todo lo que se dirá en las páginas consecutivas) y en la cuarta parte, ya que hace una buena evaluación de lo comentado.

Lo más importante del libro está, en mi opinión, en la contraportada de este. Esta afirmación puede resultar chocante, pero si el lector se fija reconocerá que realmente todos los datos esenciales e importantes se encuentran ahí resumidos. En las páginas interiores Bourriaud expande las ideas ahí expuestas mediante ejemplos, citas, referencias y largas explicaciones, pero no dice realmente nada que no esté reflejado en la contraportada.  

Aun manteniendo esta observación, he de decir que el libro cumple con mis expectativas. Cuando cogemos el ejemplar sabemos que no nos están presentando una novela de misterio, sino un trabajo que gira alrededor de una nueva cualidad del arte. Lo que hace el autor es presentar una argumentación sólida, bien escrita y presentarla ante un posible lector, que bien puede ser especializado o alguien con interés sobre el tema.  

A pesar de que salió a la venta en las librearías españolas en el 2004, sigue siendo un tema actual a día de hoy. Al fin y al cabo, la finalidad del trabajo de Bourriaud es ofrecernos un punto de vista nuevo dentro del campo de las artes visuales. El término post producción está muy extendido ahora. Programas como After Effects o Final Cut se expanden como la pólvora en los ordenadores de uso doméstico, pero la post producción no acaba ahí. Este trabajo lo explica claramente y puede resultar muy útil tanto para un especialista de arte como para cualquier persona que se acerque a este volumen sin tener demasiados conocimientos previos, como es mi caso.


Escogí este libro porque la realización del mundo del cine me llama mucho la atención. Siempre había pensado que el término “post producción” tan sólo se acuñaba a este sector. Sin embargo, este texto me ha abierto una nueva perspectiva. La post producción no sólo es un programa de montaje de imágenes, sino todo un movimiento de reutilización de cosas que ya tenemos y a las que queremos dar una nueva forma. Por lo tanto, he de concluir diciendo que la obra del crítico de arte francés cumple su objetivo, que no es otro que hacer comprender al lector las posibles oportunidades que tiene este modelo de producción.

Octavio Paz

¡Hola otra vez!
Esta semana publico otra entrada porque también hemos hablado sobre otro poeta: Octavio Paz. 
Aunque no pude asistir a la clase en horario de tarde, me parecía muy interesante por lo que decidí realizar mi último comentario de texto sobre uno de sus poemas: Elegía interrumpida. 
Si lo queréis leer, pulsar en el enlace a los comentarios en la barra de arriba o seguir bajando en esta misma entrada. 
¡Que lo disfrutéis!

Octavio Paz fue un escritor y poeta mexicano muy conocido por su actuación política que le llevó a ocupar cargos como embajador y diplomático. Se le recuerda como un gran intelectual del Siglo XX, especialmente en América del Sur, donde su obra nació y fue creciendo llegando a ser muy influyente en todo el mundo. Aunque lo más conocido de su trabajo es la poesía, también escribía ensayos y traducía textos. El año 1990 le trajo el Premio Nobel de Literatura, al que le siguió en 1993 el Príncipe de Asturias. Con un estilo indefinido que abarcó un poco de todo tipo de géneros y corrientes, Paz influyó en las obras de muchos artistas, políticos y humanistas de su tiempo y del posterior.

El escritor mexicano tenía una gran capacidad para la condensación en sus textos, algo que se aprecia mucho en su poesía. Las palabras justas y necesarias para el tema que quería expresar eran las que utilizaba. Este es un rasgo que se mantuvo a lo largo de toda su vida, aunque podemos distinguir tres fases en su trabajo: el neo modernismo, el surrealismo y la búsqueda del conocimiento. Sin embargo, estas fases se diferencian de manera muy vaga. Octavio Paz no se encasilló en nada ya que estuvo influenciado por la literatura universal en general.
La experimentación con la pluma es probablemente la mejor definición que se le puede dar al trabajo de este gran poeta. Paz se dedicaba a jugar con las palabras en sus textos, a mezclar cualidades de una y de otra corriente artística y a buscar entre lo que tenía al alcance de su mano para crear un nuevo poema original. Sin importar tanto la forma sino el tema, sus obras jóvenes hablaban de temas sociales. Poco a poco sus palabras se irán convirtiendo en interrogantes que se preguntan sobre la vida, el paso del tiempo y la soledad del hombre. La desilusión y la decepción con los sistemas políticos, tanto de derechas como de izquierdas, marcan la literatura del escritor.
Elegía Interrumpida fue escrito en 1948, dos años antes de que el autor publicara El laberinto de la soledad, un libro marcado por la preocupación por la sociedad mexicana y su pesimismo colectivo. Estos problemas psicológicos ya se pueden entrever en este poema, que vería la luz en el libro Libertad bajo palabra en los años sesenta. La muerte, como el pensamiento más pesimista del ser humano, es el tema central del poema.

En sus versos llora continuamente las pérdidas que ha sufrido en su entorno familiar. La frase “aunque muera de rayo, tan aprisa que no alcance la cama ni los óleos” es una referencia a su padre, que murió alcanzado por un tren mientras iba bebido. Conforme el poema va avanzando se aleja del entorno familiar para fijarse en los “rostros perdidos de mi frente”, gente que no recuerda o que directamente no conoce y cuyas muertes pesan en él. Los muertos olvidados de México, cuya falta sólo la recuerdan los familiares.

“Hoy recuerdo a los muertos de mi casa” es lo primero que leemos, verso que se repite en cinco ocasiones. El mismo título nos presenta el lamento que va a recitar, ya que nos habla de una elegía. Esta es una composición poética que gira alrededor de algo perdido y del sentimiento de nostalgia. Es un género dominado por el tema funerario, y aunque existen elegías sobre el amor o el paso del tiempo, Octavio Paz la hace girar sobre la muerte que “interrumpe” con un pero: “pero no hay agua ya, todo está seco” Así, podemos establecer la estructura del poema. Las primeras cinco estrofas se abren con el verso que se repite, englobando una primera parte; la de la elegía. La segunda parte trae la interrupción (en la sexta estrofa) y el final (en la séptima) que acaba con una cuestión moral: “el cielo está cerrado y el infierno vacío” Los buenos y los malos, el blanco y el negro... todo es relativo en la sociedad mexicana, donde la corrupción está generalizada, la cultura atrasada y la misma muerte extendida.

Mediante el uso de endecasílabos Octavio Paz crea un poema lleno de significados ocultos, tristeza y melancolía. Las connotaciones del léxico utilizado son más que negativas. “Muerto”, como representación de lo inevitable. “Puerta”, cómo algo que separa los dos mundos. “Suspiro”, como una referencia al paso del tiempo y a la nostalgia. Las palabras que utiliza son más duras de lo normal, algo que podemos ver en el uso de “Agonía” en vez de dolor. “Se ve desde la orilla” es también una referencia a ese otro lado, al de la muerte. Los muertos que le pesan a Octavio Paz no son sólo los de su familia. Son todos los mexicanos a los que se les ha negado la vida: “en mí se obstinan, piden comer el pan, la fruta, el cuerpo, beber el agua que les fue negada”

En mi opinión, con este poema no sólo se refiere a los que han muerto físicamente, sino a los que siguen con vida pero viven como fantasmas por la falta de iniciativa y libertad para ejercer su derecho a vivir en paz. En este grupo se incluye a él mismo con el verso “más muertos que vivos entramos en la cama” Viven día tras día como si estuvieran muertos, ya que será la propia muerte la que les libere de la vida. La referencia a las noticias y al alcoholismo con “arrugados periódicos y noches descorchadas” me ha llamado mucho la atención. Creo que refleja exactamente lo que quiere expresar con su poema, escribiendo sobre una sociedad en la que la muerte es la noticia común del día, en la que beber como bebía su padre se ha convertido en la única solución a los problemas a los que pocos hacen frente. 


Ingeborg Bachmann

¡Hola a todos! Ya hemos empezado Mayo y en poco acabaré las clases y empezaré a estudiar para los exámenes finales. De momento nos quedan tres autores para hablar. Hoy nos toca... ¡Ingeborg Bachmann!

Antes de hablar sobre su biografía o hacer un repaso sobre su estilo de escribir, algo que ya hacemos en clase, me ha parecido interesante colgar aquí un nuevo libro sobre ella. Se trata de una novela un tanto peculiar, ya que recoge nada más y nada menos que las cartas que se escribían la poeta y Paul Celan.


Si quereis saber más sobre el tema, pulsar aquí. Si por el contrario os interesa más leer sobre su vida, aquí. Uno de estos días publicaré una entrada sobre Octavio Paz, otro gran poeta del que hablaremos aquí, en Una Taza de Letras. ¡Gracias por tu lectura y hasta pronto!

Una isla al mediodía

¡Hola a todos y todas! Hoy vamos a hablar de un relato de Julio Cortázar. Os dejo aquí el comentario que he hecho. ¡Que lo disfrutéis!

Julio Cortázar fue un escritor e intelectual argentino nacido en Bélgica y con nacionalidad francesa como protesta contra el gobierno de su país. Autor innovador en su tiempo, se le recuerda sobre todo por sus relatos cortos como el que aquí analizamos. Se dedicaba a romper con lo clásico con narraciones extrañas para el lector y con significados ocultos bajo relatos aparentemente sencillos. Siempre en la frontera de lo real y de lo fantástico, sus obras entran dentro del boom hispanoamericano de los años 50, momento en el que se escriben multitud de maravillosos libros. Podemos hablar de una etapa que dura desde “Leyendas de Guatemala” hasta “100 años de soledad” El término realismo mágico se apodera de las editoriales como un arte que niega las evidencias racionales sobre el mundo real. Las realidades paralelas y la creencia de que en este mundo hay muchos mundos da mucho que escribir. Los autores no tratan de olvidar la realidad, sino de mostrar la realidad en su plenitud, con las partes que no podemos ver.

La isla al mediodía es un relato corto en el que Cortázar trata un tema original narrado en tercera persona con un punto de vista único, por lo que la persona gramatical no varía. Siempre está narrado en pasado y se centra en el personaje principal; Marini. El narrador reproduce los sentimientos del protagonista sin darle voz. La única vez que vemos un diálogo está insertado en el texto del narrador. Se trata de una conversación de Marini con un radio-telegrafista, en la que sólo este tiene voz.
Así, vemos como el escritor utiliza una forma narrativa impersonal desde un punto de vista omnisciente, como si de un cronista se tratase, ingresando en la conciencia del personaje. Conforme vamos leyendo, vemos como la narración acaba incorporando un monólogo interior del protagonista, pero siempre en tercera persona. Su estilo directo ayuda a comprender la historia; nos da la posibilidad de meternos en la mente de Marini sin que sea él el que nos cuente las cosas. El narrador nunca emite juicios o comenta, solo nos expone lo que piensa y hace el protagonista. Observamos una focalización externa sobre todo al final del relato, cuando el accidente de avión aparece en la escena. El narrador lo describe todo desde fuera, pero no entendernos muy bien lo que pasa.
En cuanto a la disposición del texto, podemos ver cómo la historia se desarrolla de forma lineal. Comienza Ab Ovo y no encontramos ninguna analepsis o prolepsis en ningún momento.

El orden de sus elementos es fijo: todo gira, sin duda, alrededor de la isla. Es el punto sobre el que se desarrolla la trama. Además, la propia palabra se repite con frecuencia. Si no vemos “isla”, observamos como se apela a esa idea constantemente, como una obsesión. Es el elemento al que el escritor da más importancia. Se omite cualquier hecho iterativo, y sin embargo vemos como la acción de mirar por la ventana del avión es reiterativa.
En el relato encontramos resúmenes que omiten información aparentemente decisiva a la que se le quita importancia, como el hecho de que Carla haya decidido no tener un niño que, deducimos, es de Marini. Vemos también una digresión del tiempo cuando el narrador salta de una cosa a otra constantemente, desconcertando al lector. “Goldman había encontrado dos piedras talladas con jeroglíficos”, “cada cinco días llegaba un barco para cargar la pesca”

Cortázar dedica mucho tiempo a describir lo que rodea al personaje. Encontramos muchos adjetivos acompañando a sustantivos y verbos, todos ellos de un vocabulario culto en una prosa recargada pero fácilmente entendible: “la rodeaba con un intenso azul que exaltaba la orla de un blanco deslumbrante y como petrificado”
También es común la personificación: “playas desiertas corrían hacia el norte”, “montaña entrando a piqué en el mar”
El autor dedica poco tiempo a presentar a los personajes. Lo hace de forma brusca e impersonal. Primero describe al personaje en cuestión y en la siguiente frase le da un nombre que no recordaremos. Es extraño encontrar en un cuento tan corto tal abundancia de nombres, sobre todo de mujeres: Carla, Tania, Lucía, Felisa… Cortázar lo hace para dejar constancia de lo mujeriego que es Marini, ya que tiene una mujer en cada ciudad: Marini es el personaje atraído por la isla y las chicas los personajes atraídos por él. También nos hace ver al protagonista como un hombre que ha perdido el norte, que no deja de hacer escalas en otros países y con una obsesión por mirar el reloj, por ver como pasa el tiempo hasta el momento en el que pueda poner los pies en esa isla. “Todo era un poco borroso”, “No llevaba muy bien la cuenta de los días” son ejemplos de ideas que se nos presentan para que vayamos cuestionándonos si la vida de Marini es real o tan solo un sueño. Se hace imposible pensar sobre una tipología de personajes, ya que parecen ser meros adornos en la vida de Marini, que lo que quiere estar solo en una isla. Son planos, estáticos, no hay una evolución.

Una vez aclarado el análisis más formal vamos a pasar a buscar el verdadero significado de este texto para comprender cómo utiliza Cortázar todos los elementos lingüísticos anteriormente descritos para conseguir el efecto que busca: extrañar, sorprender y hacer pensar. En este relato lo político se mezcla con lo literario. La literatura se entiende como denuncia y como reivindicación cultural. La narrativa está fragmentada reflejando la percepción de una realidad contradictoria, ambigua y caótica. Vemos una lucha por el dominio de la naturaleza. La isla representa la antigua América del Sur, llena de selvas vírgenes. El avión que irrumpe en esta representa las ciudades modernas que se empiezan a edificar tras la colonización y que están acabando con la naturaleza. La repetitiva descripción del paisaje no es casual, ya que Cortázar trata de darle la condición de realidad desbordante. Vemos un extrañamiento: el hombre que vive una vida “real” y que no hace más que soñar con vivir en una isla. Marini coloca su realidad en la isla, no en el avión. La manera en la que acaba el relato es lo que nos llama la atención, el modo que tiene Cortázar de cuestionar qué es realidad y qué es ficción. No olvidemos que forma parte de la literatura fantástica. Si el autor habla de algo profundo, de algo casi místico, se nos hace mucho más interesante esto que si lo hace de un accidente de avión.


Como en La noche boca arriba, el escritor ofrece al lector una historia aparentemente superficial en la que sitúa una historia mas profunda. No es hasta el final cuando somos golpeados por la “verdad” en la que conectan ambas historias. Esta lucha entre la realidad y la ficción es la prueba de que en la escritura de Cortázar siempre hay que buscar un trasfondo, algo oculto en las palabras.

Cantautores

¡Hola a tod@s!
Hoy en Una taza de Letras vamos a empezar Abril con buena poesía y buena música.
Ya que estamos hablando últimamente de muchos versos, quería subir aquí unas canciones que significan mucho para mi.
Las conozco principalmente de oírlas en el coche cuando mi madre las ponía en cinta (¡qué tiempos!)
Estoy hablando de la poesía cantada de Serrat y de Paco Ibáñez.
Os dejo aquí los links para que escuchéis de lo que hablo. Iré subiendo más canciones en otro momento, pero por ahora os dejo mi poema favorito: Caminante no hay camino, de Antonio Machado, mi poeta favorito también.
¡Espero que lo disfrutéis!


Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
Caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace el camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante no hay camino
sino estelas en la mar.

Espacio

¡Hola a todos/as!
He pensado que además de la entrada sobre Juan Ramón Jiménez voy a colgaros aquí el comentario que he hecho sobre uno de sus poemas: Espacio, del que ya hablamos en la entrada anterior. ¡Espero que lo disfrutéis! 

Espacio es uno de los poemas más importantes de la literatura del siglo XX. Su autor; el Premio Nobel de Literatura Juan Ramón Jiménez. Le conocemos sobre todo por el famoso cuento “Platero y yo”, su obra más sonada. Casi todos los niños españoles y latinos leen el cuento en el colegio. Españoles porque se crió en Moguer, y latinos porque el poeta pasó la mitad de su vida en América, sin querer regresar a España. Su poesía se deslocalizó y se disfrutó fuera de la península. Su candidatura para el Premio Nobel la presentó la Universidad americana de Maryland, no España. Este país tuvo al poeta muchos años en el olvido, pero ahora se reconoce todo su trabajo. Juan Ramón Jiménez vivió en Sevilla y en Madrid, grandes ciudades llenas de posibilidades. Se alojó en la Residencia de Estudiantes, rodeado de árboles y de personas interesadas en la poesía. Procedente de una familia acomodada, el poeta tuvo una vida marcada por algún que otro problema mental y las mujeres hasta que conoció a Cenobia, la mujer de su vida, la cual murió tres días después de que se le concediera el Premio Nobel de Literatura. Un hombre preocupado por la vida, la naturaleza, las grandes preguntas sin respuestas… se refugió en la poesía para poder expresar sus sentimientos, pensamientos y emociones.


El poema que aquí analizamos, Espacio, fue una de sus últimas creaciones. Estuvo escribiéndolo por más de 10 años. Tenía 115 páginas que acabaron formando tres fragmentos en prosa. Lo forman palabras muy simples pero llenas de connotaciones. Adjetivos llenos de colores y sustantivos abstractos como soledad y silencio dan forma a este gran poema, cuyo tema central es la dimensión del infinito, de la Eternidad. Utilizando un método moderno para su época, el monólogo interior, el poeta se envuelve en simbolismos para dejar fluir su conciencia. Escribe desde América, pero su corazón está en su pueblo. Habla de Nueva York de una forma mucho más positiva de lo que lo hace Federico García Lorca, pero sigue rememorando Moguer a la otra orilla del Atlántico. Es lo que ve, siente y respira cuando escribe esas palabras. Juan Ramón Jiménez definía a Moguer como “la luz con el tiempo dentro”, y justamente la palabra luz es la que más vemos aludida en Espacio: La luz y el sol que brilla. En Espacio vemos como echa de menos su hogar, separado por el mar. Sin embargo, lejos de mostrarse resentido, el mar siempre será para él un elemento muy importante.

El poeta tendrá a lo largo de su vida tres mares; el de su infancia, el de la adolescencia donde conoció el amor y el del exilio; el Atlántico. Espacio hace un recorrido por cada uno de estos, comparando continuamente la tierra que pisa y la que ha tenido que abandonar. El poema es en realidad un círculo, como cada día de nuestra vida, donde el sol sale por la mañana y se esconde por la noche: desaparece de América para salir por Europa. Hay una congregación del tiempo en ese espacio, y un hueco para el amor y los recuerdos de su infancia: El sol, como un dios “con minúscula”, no como representación de la religión sino como naturaleza, poesía y propia creación.

Con este poema vemos como la poesía de Juan Ramón Jiménez es hermética, difícil y dirigida a una minoría de la que él formaba parte. Con una métrica basada en el verso largo de rima consonante, sus palabras son esenciales y desnudas pero llenas de símbolos y significados ocultos, acercándose así a la poesía mística. Espacio es un poema que se acerca mucho a la prosa, y que por lo tanto atrae a más gente. Como en toda su poesía, encontramos las mismas preguntas sobre la vida y la muerte, la eterna pregunta de ¿qué pasará después? que ya se hacía desde muy joven y que sigue muy presente aquí, ya en el final de su trayecto poético. Es un texto que rompe con la idea de “poesía”. Tiene sus versos, sus estrofas y sus rimas, pero está compuesto de saltos y de cambios.

La estructura del poema es como un pensamiento. Cuando pensamos, empezamos con una idea simple que se va complicando y uniéndose a otras ideas, repitiéndose. Al final, nos preguntamos cómo hemos llegado hasta ahí, haciendo así un proceso inverso para llegar a la primera idea. Así, vemos como el inicio y el final del segundo fragmento del poema tienen mucho que ver: Dulce como esta luz/este sol era el amor. Sólo vemos cambiar dos palabras, y una tan solo por cuestión de género.

Empieza hablando de la luz, de un amanecer y acaba hablando del sol, del atardecer que se acaba convirtiendo en noche: del eterno día a día, que nunca cambia.

El mundo sigue girando aunque cerremos los ojos.